Terapia de Pareja. ¿Me servirá?
La psicología tiene muchos campos, y en ocasiones se piensa que la terapia es sólo para personas en lo individual, pero también sirve para mejorar las relaciones que tenemos con otras personas, ya sea; en nuestro trabajo, con nuestra pareja, con nuestros amigos o con cualquier relación interpersonal que se tenga. Todas las relaciones tienen un alto grado de complejidad, además de que están compuestas por seres que cambiamos todo el tiempo, y es por lo que necesitamos estar atentos en la interacción de estas, para siempre tener relaciones sanas, positivas y duraderas.
¿Qué hay de las relaciones de pareja?
Bueno, pues las relaciones de pareja tienen un toque mayor de complejidad, aquí tenemos que ser los suficientemente hábiles para comprender las características o elementos de una relación que se encuentran lastimados y que hay que atender. Para esos efectos, es necesaria la terapia de pareja.
La terapia de pareja es un espacio en común donde se expresan sentimientos, emociones, dudas e insatisfacciones con el fin de lograr puntos de encuentro entre dos personas que decidieron en algún momento llevar una vida juntos.
Y es preciso dejar de culpar, etiquetar o evaluar la situación como un problema. Es una relación que presenta desencuentro, distanciamiento y en alguna medida la incapacidad de llegar a acuerdos por ellos mismos. Es una relación de dos personas con inteligencia, voluntad, capaces de tomar decisiones y dependerá en gran medida de cada uno que la situación en la que se encuentran mejore en lo individual y lo colectivo.
Todas las parejas estás expuestas a situaciones provenientes tanto del interior, como del exterior. Y en ambos casos pueden tener connotaciones positivas o negativas, elementos que pueden fomentar una buena relación o elementos que la pongan en riesgo o en peligro. En la medida que ambos integrantes de la relación los ubiquen, reconozcan y los gestionen, en esa medida lograrán una relación sana y a largo plazo.
Es responsabilidad de ambos hacer este ejercicio de reconocimiento y gestión, en cualquier relación, el éxito o fracaso de esta se encuentra en un terreno compartido.
Terapia de pareja, espacio neutral para expresarse
La terapia de pareja requiere de un espacio donde podamos ser nosotros mismos sin temor a la parcialidad, al ataque o al juicio. Tiene que presentarse una igualdad para ambos participantes, se expone una situación donde el profesional de la psicología mediará para encontrar aquellos puntos que causan las diferencias. Debe existir una total libertad para cada uno de los asistentes de exponer cualquier tema que le moleste o le aqueje, sin temor a represalias o ataques. Es de suma importancia sentirse bien con el terapeuta, conectar emocionalmente con él o con ella y saber que estamos en un espacio libre, íntimo, con el ánimo de expresar o decir lo que queremos en aras de resolverlo.
Es común en las sesiones de terapia de pareja, la presencia de sentimientos como la culpa, la falta de responsabilidad, una mala comunicación, la indiferencia y la autocrítica. Es muy importante que estas sesiones se vuelvan un espacio de reflexión, de apertura, de flexibilidad y compromiso. Es fundamental que ambas partes cuenten con al menos una mínima intención de cambio. De lo contrario, el peso sólo caerá en una de las partes y no es recomendable.
Uno de los factores más predominantes de los desencuentros en las parejas es dar por hecho acciones, emociones o palabras; o bien, pensar que las personas somos así y que no hay nada que hacer al respecto. La rutina, la repetición, las acciones automáticas son factores que van desgastando de una manera sutil cualquier relación, y cuando menos nos damos cuenta, nos convencemos de que la relación es mala. Estamos inmersos en una realidad que parece ahogarnos, que no cambia y el simple hecho de pensar en moverla, nos genera tal nivel de estrés y pereza, que preferimos dejar las cosas tal y como están.
¿Qué pasa si una de las partes no quiere ir a terapia?
Es muy común que una de las partes se resista a ir, su realidad y su comodidad no le permiten ver que es necesario. Muchas veces hay una resistencia, porque reconocen para sí mismos que son parte del desencuentro, pero no se niegan a admitírselo a la otra persona.
Ir a terapia es poner en la mesa todo, desnudar nuestra verdad por más convencidos que estemos de ella, es abrir el debate para volvernos a ver, a reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestra pareja.
Quien no quiere ir no se hace responsable de lo que ha hecho o construido, culpa al otro y espera que la otra persona haga los cambios necesarios para que la situación mejore, hay una mínima o nula autocrítica, y entonces convierte a esa persona en un elemento poco susceptible de mejorar. Se convierte en una barrera en lugar de un conductor que haga que la relación camine.
Insultos, agresiones, faltas de respeto, indiferencia, infidelidad son algunos de los elementos que pueden estar presentes en una relación, y cuando se toma una terapia de pareja, es preciso que ambos reconozcan el elemento a trabajar, de otra forma; es mejor tomar una terapia de manera individual.
Quien inicia un proceso terapéutico de pareja, siempre es con la finalidad de sanar, pero tenemos que ser muy claros con esto; en ese proceso de sanación personal y de la pareja, en ocasiones, la separación puede ser el camino que nos lleve a esa sanación. La continuación de una relación no es el resultado de una terapia de pareja, es encontrar aquellos puntos de encuentro en los que logremos coincidir, resolver aquellos temas que nos han lastimado y trabajar aquellos de los que somos responsables. Los caminos nos podrán llevar a una continuación de la relación bajo los nuevos aprendizajes, o una separación temporal o definitiva bajo ciertos términos de madurez, conciencia y tranquilidad.
El profesional que los acompañe tendrá que ser capaz de diferenciar los distintos escenarios. Se tiene que ver a la terapia como un punto de encuentro y de acuerdo, independientemente del camino que tome la relación, retomar a cada uno de los integrantes de la pareja para convertirlos en su mejor versión ya sea de manera individual o en una relación.
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